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Energías renovables y cogeneración

Hoy se sabe que existen una gran cantidad de fuentes de energías renovables, que son las provenientes de fuentes naturales, limpias y prácticamente inagotables y con las cuales se pueden obtener distintos tipos de energía (eléctrica, térmica, biocarburantes). Pero en el cómo obtenerlas también radica una cuestión importante, ya que el proceso tampoco debería ser contaminante. Una de las fuentes más utilizada es la de la biomasa y, de los procesos para obtenerla, los sistemas de cogeneración (www.gruppoab.it/es) son los más convenientes. Pero veamos las diferentes posibilidades:

  • A partir del aprovechamiento de la fuerza de los océanos y mares, se obtiene la energía del mar. Puede ser undimotriz, si deriva de la fuerza de las olas o maremotriz si se obtiene de las mareas.
  • El movimiento que contienen las masas de aire atmosférico, puede ser aprovechado para conseguir energía eólica a través de turbinas.
  • Con las centrales hidroeléctricas se convierte en energía mecánica la fuerza de un curso de agua. Este tipo de energía se conoce como hidroeléctrica.
  • La superficie de la tierra conserva calor en su interior que también puede ser aprovechado mediante yacimientos de alta temperatura. Esta se denomina energía geotérmica.
  • Otra gran fuente de energía es el astro mayor, el sol. La conocida energía solar se obtiene de la radiación y existen dos variantes: la fotovoltaica, que produce corriente eléctrica y la termoeléctrica, que aprovecha la radiación de manera directa, calentando una sustancia que produce vapor y acciona, así una turbina que produce energía eléctrica.
  • Una opción a la utilización del gas natural es la energía de biogás. Esta se obtiene por la reutilización de desechos biodegradables o por la biomasa.
  • La energía de biomasa, a su vez, es consecuencia de la biodegradación de desechos animales y vegetales, residuos industriales y urbano y de combustibles sólidos. A partir de esta energía se consigue electricidad mediante tres métodos posibles:
    • Centrales de biomasa (producen electricidad)
    • Centrales de cogeneración de biomasa (producen electricidad y energía térmica)
    • Centrales convencionales (contaminantes)

 

Si se tiene en cuenta que la energía de biomasa es la más utilizada en el mundo, hay que plantearse un serio interrogante

 

¿Qué método es más adecuado para producirla?

El sistema tradicional produce energía eléctrica y térmica por separado y utiliza muchísimo más combustible que mediante la cogeneración. En las primeras, sólo el 33 % de la energía potencial de los combustibles se aprovecha para producir energía eléctrica, mientras que en las plantas de cogeneración se utiliza el 85 % para producir tanto electricidad como calor, que se reutiliza.

Esta energía tiene la importancia de ser la más prometedora a la hora de lograr reducir las emisiones de CO2 que producen la combustión del gas natural y el carbón.

Diversos estudios demuestran que el potencial de la producción de biomasa, a través de métodos sostenibles, podría satisfacer la demanda total, tanto en el presente como en el futuro. Sin embargo, hay que desmitificar algunas cuestiones. El “sentido común” indica a la mayoría de las personas que este tipo de energía serviría para suplantar al petróleo a la hora de poner en marcha los transportes y, la mayoría de las investigaciones al respecto, han resultado en que la opción de fabricar combustibles a partir de cultivos alimentarios es poco viable.

La contracara de este inconveniente es que la biomasa se obtiene también de fuentes no alimentarias, mediante la quema por cogeneración que, además, ahorra gran cantidad de energía y disminuye la polución.

Aun hay que tener en cuenta que la utilización de biomasa como energía renovable requiere de pasos previos muy necesarios a la hora de garantizar que el modo de producción sea verdaderamente sostenible. Esto significa que su cosecha debe preservar los ecosistemas en los que se introduce, su cultivo debe provocar emisiones mínimas al ambiente, debe basarse en el aprovechamiento de los cultivos no alimentarios, ya que de otra manera, los precios de los alimentos se disparan; debe tenerse en cuenta el uso que se hace del agua, preservarse la fertilidad de los suelos y, sobre todo, debe preservarse o incluso mejorarse el bienestar económico y social de las personas involucradas.

 

 

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