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Las causas que se esconden tras la desaparición de ancianos: Alzheimer, desorientación y demencias

 

  • Apps gratuitas como Safe365 se posicionan como la solución más eficaz para la tranquilidad de las familias con un miembro en situación de riesgo

  • Para denunciar una desaparición no es necesario esperar 24 horas para interponer la denuncia, especialmente si se trata de menores o ancianos

  • Las primeras horas son clave en la solución de las denuncias por desapariciones

Según el Centro Nacional de Desaparecidos (CNDES), el número de desapariciones de ancianos cuadriplica al de menores; muchos casos son hombres mayores de 65 años con patologías mentales, sobre todo Alzhéimer. Desde 2010, se han registrado más de 6.000 denuncias por desapariciones y el 28,5% son de personas mayores de 65 años. La Fundación QSD Global contabiliza 127 alertas por desapariciones en 2018 y la Confederación Española de Alzhéimer (CEAFA) recuerda que el 7% de los mayores de 65 años padecen este mal.

“Precisamente el Alzhéimer, la desorientación y la demencia se encuentran entre las principales causas de desapariciones de la tercera edad. Estas enfermedades relacionadas directamente con la memoria y el recuerdo ponen en riesgo cada día a decenas de ancianos. Son las familias quienes tienen que detectar esta situación de riesgo y buscar soluciones para prevenir posibles desapariciones”, aconseja Guillem Viladomat, CEO de Safe365, una app gratuita pionera en teleasistencia gratuita para personas mayores.

Hasta ahora las denuncias por desaparición no incluían información adicional pero desde el pasado mes de marzo el CBDES, organismo pionero en Europa, ha comenzado a recoger más datos sobre el tipo de desaparición. Según sus datos, de los 450 casos sin resolver solo se tienen datos específicos de un centenar de los cuales: 21 son enfermos crónicos que dependen de una medicación específica para seguir con vida, 7 tienen algún tipo de deficiencia, 18 padecen alcoholismo y unos 50 están medicados para combatir enfermedades como el alzhéimer, la diabetes, depresión o alguna anomalía psicótica.

Desde los cuerpos de seguridad, se está trabajando en la concienciación de los ancianos. Hasta ahora se les aconsejaba sobre cómo evitar estafas o prevenir robos y recientemente se ha incluido cómo evitar una desaparición. Se recomienda apostar por la tecnología y usar aplicaciones móviles específicas como Safe365 o pulseras y relojes que permitan monitorizar a los mayores.

“En muchos casos esta decisión es de los familiares. Son los hijos, parejas o quienes les cuidan quienes deciden instalar una aplicación de teleasistencia u optar por algún dispositivo con el que puedan tenerlos localizados o puedan usar en caso de emergencia. No obstante, algunos mayores también son conscientes de sus limitaciones y son ellos quienes buscan soluciones”, asegura Viladomat.

Las apps móviles como Safe365 deben descargarse y activarse en el teléfono de la persona dependiente y, mediante una tecnología de geolocalización, los familiares podrán saber siempre dónde se encuentra. Además pueden tener acceso a la aplicación tantos familiares como sea necesario y comprobar, desde cualquier lugar, si la persona mayor cumple sus rutinas y si, en definitiva, está bien.

“Mi abuela es fan absoluta del aquagym, comprobar que va a su clase y no se la salta es una garantía para la familia de varias cosas: se encuentra bien de salud y de ánimo, ha desarrollado el día sin problemas y tiene la energía necesaria para afrontar su actividad. En esto nos basamos para incluir en nuestra aplicación la geolocalización y así poder seguir sus pasos día a día”, explica el fundador de Safe365.

Para denunciar una desaparición no es necesario esperar 24 horas para interponer la denuncia, puede denunciarse en el momento que descubrimos que la persona no está localizada especialmente si es de un grupo de riesgo (menores o mayores). Lo aconsejable es actuar rápidamente ya que la mayoría de los casos se resuelven en las primeras horas o días. Se recomienda comenzar buscando en los lugares más comunes de la rutina diaria de la persona mayor: la casa, parques en los que pasea, domicilio de familiares o amigos cercanos e incluso en antiguos trabajos o viviendas donde haya residido ya que a veces se desorientan y se activa su memoria a largo plazo.

 

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