Este mes es nuestro cumpleaños. Corría el 16 de julio de 1999, cuando dos jovencitas (yo tenía 28 recién cumplidos) fueron a la notaría a firmar las escrituras de constitución de Art Marketing. La verdad es que estos 15 años han pasado volando. No hay un punto concreto que se pueda determinar como hito. La empresa ha ido paralela a las vidas y familias de las personas que hemos ido “pasando por aquí”.

Tenemos clientes que llevan con nosotros 10 años…. Igual nos pasa con nuestros proveedores: la imprenta es la misma desde las primeras tarjetas, el fotógrafo… Nuestras relaciones son de largo plazo porque nos gusta trabajar sobre seguro para poder permitirnos innovar. Y eso, creo, lo aprecian los clientes. No nos gusta dormirnos en los laureles, y yo siempre digo que “es mejor darle a un cliente una mala idea que no darle ninguna”.

De frases de este estilo jalono nuestras presentaciones, tengo algunas más que siempre me acompañan y que yo creo que son parte de nuestro carácter. Enumero algunas:

– Nuestro trabajo termina donde empieza el trabajo del periodista

– “Las motos” sólo se pueden vender una vez, y luego ya no te compran más, así que mejor ir siempre con la verdad por delante.

– Es preferible perder un proyecto ante la competencia por ser realistas y no prometer algo que no podamos conseguir que prometerlo y quedar mal (de hecho muchos de nuestros mejores clientes lo son después de haber probado con agencias por las que se sienten engañados)

– El jefe en esta empresa es el cliente y uno mismo, que sabe cómo gestionarse el trabajo

(Quien nos conozca seguro que al leer esto se sonríe, porque lo decimos mucho)

Me gustaría dar las gracias. A nuestros proveedores por acompañarnos en este camino y de los que he aprendido mucho. A los clientes porque han confiado en nosotras y han supuesto un estímulo constante para hacer las cosas mejor y han sido pacientes con nuestros errores. Y, sobre todo, a todas las personas que a lo largo de este tiempo han trabajado en Art Marketing. Porque se ha quedado un trocito de ellas entre nosotras. La mayoría de las veces ha sido buena energía, pero en las ocasiones en las que ha sido mala (que también ha habido) ha supuesto un aprendizaje (doloroso, pero nos ha ayudado a madurar como personas y como profesionales).