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La eficiencia en los procesos industriales: beneficios económicos y sociales

El sector industrial es uno de los mayores consumidores de energía. Según datos del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), solo la industria es la responsable del más de un 20 % del total del consumo energético en España. 

Sin embargo, también es cierto que en los últimos años esa cifra se ha ido rebajando de manera lenta pero constante. El uso creciente de energías limpias, la puesta en marcha de sistemas de gestión energética y los avances imparables en tecnologías que mejoran la eficiencia de los procesos han sido parte esencial de ese cambio.

Eficiencia y rentabilidad social y económica

La preocupación por el medio ambiente, por rebajar los niveles de consumo energético y de emisiones de gases contaminantes han hecho que muchas empresas inicien un proceso de transformación para adaptarse no solo a criterios de eficiencia y ahorro, sino también de responsabilidad social. 

Y en ese camino cuentan con investigaciones, productos y soluciones cada vez más avanzadas. Medidores de caudal y de presión, diferentes modelos de sonda de nivel o sistemas de monitorización para una mejor gestión energética, entre otras herramientas, están disponibles en sitios como https://www.es.endress.com/.

No en vano, cada vez más, las empresas son conscientes de que mejorar los procesos productivos tiene dos consecuencias muy diferentes, pero que juegan a su favor. Por un lado, a nivel económico, invertir en mejorar la eficiencia implica menor consumo de recursos técnicos y energéticos, es decir, un mayor ahorro y competitividad. 

Por otro lado, la sociedad está cada vez más concienciada con la sostenibilidad del planeta, el cuidado del medio ambiente y un consumo responsable de los recursos existentes. De esta manera, cualquier inversión en la mejorar los procesos productivos se convierte también en una forma de responder a lo que se demanda a nivel social y en un activo más para la empresa.

Una carrera de fondo

Mejorar la eficiencia es rentable, pero también requiere esfuerzo. La optimización de los procesos no es un trabajo a corto plazo. Exige un análisis en profundidad para conocer los recursos y detectar posibles fallos. No hay otro camino: un diagnóstico preciso o una auditoría detallada son esenciales.

Con esos datos, la siguiente fase pasa por analizar soluciones adecuadas, que nunca serán las mismas para todas las empresas, incluso aunque se dediquen a la misma actividad. Se trata de soluciones como automatización de procesos, implementación de software de control de gestión o uso de energías renovables.

Algunas industrias, incluso, están dando un paso más, invirtiendo en lo que se ha denominado procesos industriales sostenibles. Se trata, por un lado, de conseguir un mejor aprovechamiento de los recursos, controlando el consumo de agua y de energía. Por otra parte, se establece el objetivo de control de emisión de gases. Y, finalmente, se trabaja en la gestión y el reciclaje de los residuos producidos.

Se trata de satisfacer las demandas y necesidades actuales rebajando el impacto medioambiental de la producción industrial. Para muchas empresas es un gran reto, pero es evidente que se trata de un proceso con indudables beneficios económicos y también sociales. Todo sin olvidar, por supuesto, normativas cada vez más exigentes en lo que a eficiencia energética y protección del medio ambiente se refiere.

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