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Personalizar el embalaje: otra forma de publicidad

La publicidad, en cualquiera de sus modalidades, es una de las herramientas imprescindibles con las que cuentan las empresas para darse a conocer y destacar. Y en un momento en el que las compras por Internet son cada vez más populares, el embalaje cobra un papel esencial.

Es tan importante porque no se trata solo de proteger el producto para que llegue en las mejores condiciones al cliente, sino porque es un excelente vehículo publicitario. Por ello, empresas del sector del packaging no solo se esfuerzan en ofrecer una amplia variedad de productos de embalaje, sino que también dan la posibilidad de personalizarlos. Comprobarlo es sencillo, basta con echar un vistazo a sitios como embaleo.es.

Una inversión rentable

No hay que desestimar el poder que tiene comprar cajas de embalaje y personalizarlas. El cliente ha adquirido un producto determinado, seguramente después de informarse en profundidad sobre él. Pero el paquete en el que llega a sus manos va a ofrecerle una imagen que puede tener una enorme influencia en su percepción de la empresa.

Por un lado, un embalaje con un buen diseño muestra un interés por el cliente que va más allá de la venta de un producto. Es una buena carta de presentación de la empresa, una forma de transmitir unos valores de marca determinados. En definitiva, una forma más de generar confianza.

Por otro lado, es indudable el impacto que una primera impresión tiene en el subconsciente. Si hablamos de packaging, significa que un embalaje de calidad va a predisponer al cliente a observar de una forma más positiva el producto que acaba de recibir.

Así, el resultado de esa imagen que percibe consumidor a través del embalaje es una idea de seriedad, de compromiso y de calidad en los procesos. Esa percepción se traduce en una mayor voluntad para seguir confiando en la marca, y no hay que olvidar que en el comercio electrónico la fidelización es una de las claves del éxito.

¿Cómo personalizar el embalaje?

El primer paso indispensable es que las cajas, bolsas o sobre elegidos para enviar el producto sean los adecuados en tamaño, en forma y en grado de protección. Si el producto llega dañado al consumidor todo lo demás no servirá de nada.

El segundo paso es tener en cuenta tanto el producto como la marca y lo que se desea transmitir con el embalaje. Hoy en día, por ejemplo, la conciencia medioambiental alcanza a todos los ámbitos de la vida. Por ello, embalajes fabricados con materiales reciclables o reciclados o cuyos procesos de fabricación sean más respetuosos con el entorno son un valor al alza que muchos consumidores aprecian.

Y junto a ello está el diseño, que no solo debe ser atractivo, sino que siempre debe ir en consonancia tanto con el producto como con el espíritu de la marca. Hay que evitar mensajes contradictorios o que puedan confundir al consumidor.

Lo más sencillo es estampar el logotipo de la marca, pero las posibilidades de personalización, gracias tanto a serigrafías como a pegatinas o cintas de embalaje son hoy infinitas. El objetivo es transmitir con el paquete un mensaje, más o menos evidente o sutil, pero que predisponga al consumidor a confiar en la marca.

En definitiva, el embalaje es un buen soporte publicitario porque es lo primero que ve el consumidor cuando el envío llega a sus manos y porque es una forma más de relacionarse con él. Por eso, es uno de los aspectos que las empresas de venta online tienen cada vez más en cuenta, porque es una inversión con un beneficio innegable.

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