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Si tuviera una abuela emprendedora, seguramente me diría: “Cuidado con … “

*   TENER EN CUENTA SÓLO AL VECINO

Tendemos a pensar que todo el mundo es como somos nosotros. Nuestro entorno nos condiciona enormemente e inconscientemente extrapolamos lo que conocemos a todo un universo. Sin embargo, no es así. La población, si bien se puede segmentar en grupos genéricos para trabajar con target, es muy suigéneris.

Por ello, haz un estudio de mercado, ya sea con ayuda externa o tú mismo preguntando a personas de distintos perfiles, edades, geografías,…. Piensa en cuáles son tus potenciales clientes, ponles a los primeros nombres y apellidos. Sé objetivo y prioriza por tamaños de target y stakeholders y cuando tengas bien identificado el mapa, diseña la ruta y pide consejo, para cómo llegar a cada uno de ellos. No quieras abarcar todos de la misma forma y al mismo tiempo. ¡Ponte metas alcanzables!

*   MUCHO RUIDO Y POCAS NUECES

Muchos emprendedores tienen la idea de sus empresas rondándoles la cabeza durante años. Otros, tienen el nombre y un logo estupendo. La idea y la marca, es importante, pero ¿hay negocio detrás? Antes de montar una empresa ¿has detectado si hay competencia? ¿conoces la oferta del mercado?, ¿tienes clientes?, ¿los precios son adecuados para cubrir tus costes, tener beneficios y que aun sean atractivos para los clientes?…

Está bonito hacer un branding estupendo, y todos conocemos empresas “pelotazo” que en poco tiempo se han elevado al Olimpo… pero no son fruto de la casualidad. Por eso, antes de empezar a cantar, ¿sabemos si tenemos garganta?

*   EL QUE MUCHO ABARCA POCO APRIETA

No hay mucho más que comentar a esta gran frase. Aunque tus sueños sean grandes, y parezcan inalcanzables, si haces una buena ruta, con los hitos del camino, te programas las etapas y las conviertes en metas… pasito a  pasito, llegarás, ¡seguro!

 

*   EL TIEMPO ES ORO

Vender es un arte en el que poco puedo aconsejar porque yo sigo aprendiendo cada día. Ahora, una cosa la tengo clara y te la puedo compartir: cuando pongas los precios de tu servicio o producto, hay que valorar tu tiempo y el de los empleados (si vas a tenerlos). Todos hemos caído en el error de poner un precio en base a los costes de materias primas o de los proveedores… es decir, según las facturas que nos van a llegar. Pero muy pocas veces cuantificamos el intangible más importante de todos: el tiempo. Porque el tiempo, no solo es oro, sino que es tu propia vida y no podemos menospreciarla por ganar un cliente.

 

 

 

Fdo. Beatriz de Andrés. Directora General de Art Marketing

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