En ocasiones resulta inevitable pensar en la decadencia de la sociedad. Y es que, hoy más que nunca ha quedado patente que el ser humano es, sin lugar a duda, el más irracional de los seres vivos que habitan el planeta. Y si bien en otras circunstancias la irracionalidad del ser humano no tendría graves consecuencias, hoy puede que si las tenga. Las muertes a causa de la pandemia no dejan de incrementar, hace semanas que se superó el millón de fallecidos en todo el mundo y, sin embargo, cuando los gobiernos deciden tomar medidas drásticas para frenar la propagación del virus y, por ende, evitar muertes, las personas deciden echarse a la calle para protestar por sus derechos o, en el caso de los confinados, subirse a su vehículo para huir de ese confinamiento, provocando cientos de kilómetros de retenciones. ¿En qué piensan todas estas personas para tomar esas decisiones? Difícil saberlo, pero si algo está claro es que el derecho que hoy debe primar es el derecho a la vida, ya que, si no hay vida, no hay ninguno de los restantes derechos. El ser humano es, pues, irracional, pero también social, de tal modo que con el transcurso de los