Obligados a pasar largas semanas encerrados en casa para intentar aplanar una curva de contagios que parece estar volviendo a despegar, muchos tomaron una importante decisión para poner en práctica cuando las circunstancias lo permitieran, volver a los orígenes, es decir, olvidarse de las tecnologías que tan ameno hicieron el confinamiento, especialmente para aquellos que lo pasaron en soledad, alejarse de las ciudades y de todo lo que se creía necesario y que de poco o nada sirve cuando uno no puede salir, acercarse a la naturaleza, tomar los pueblos y los bosques, disfrutar de la montaña y de los ríos, de los sonidos que produce la naturaleza y, en definitiva, poner ante los ojos de los más pequeños el hermoso mundo que rodea a esas urbes que han acogido a cientos de miles de personas y que se alejan mucho de lo natural. Y es que, pese a que en todos los hogares existen muebles u otros objetos fabricados con madera, muy pocos son conscientes de que esa madera proviene de los innumerables bosques que se distribuyen a lo largo del planeta. No obstante, y tal y como comenta José Peña Lastra, empresa del sector de la madera que cuenta con