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La industria agroalimentaria se reinventa para luchar contra la sequía

La escasez de agua que ha sufrido Europa, especialmente en los últimos años, empieza a tener consecuencias nefastas en el sector agroalimentario, no sólo de cara a la producción, sino también en lo que respecta a la seguridad alimentaria, el medio ambiente y la economía. Ante esta situación, todo el sector agroalimentario se está movilizando para encontrar soluciones que permitan preservar un recurso cada vez más escaso.

Según la iniciativa World Weather Attribution (WWA), la sequía en el hemisferio norte del planeta se debe principalmente al cambio climático, y advierte de que estos periodos extremos serán más frecuentes a medida que se caliente el planeta. La falta de precipitaciones en algunas partes de Europa son tan graves que será difícil recuperar los niveles del agua antes del verano. Un mapa de las sequías actuales en Europa, elaborado por el programa Copernicus de la UE, muestra avisos de escasez de precipitaciones o humedad del suelo en partes del norte y sur de España, el norte de Italia y el sur de Alemania, así como en casi toda Francia.

En el caso particular de España, durante el primer mes de primavera, una época especialmente lluviosa en el país, las precipitaciones han sido muy escasas. El año pasado fue el sexto más seco de la historia de España y el más caluroso desde 1961, cuando empezaron a registrarse los datos. Las lluvias acumuladas estuvieron un 16% por debajo de la media y la temperatura media diaria superó los 15 ºC por primera vez. Según el último informe de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), desde que empezase el actual año hidrológico, el 1 de octubre de 2022, hasta el pasado 11 de abril, el valor medio de las precipitaciones fue de 334 litros por metro cuadrado (mm), lo que supone un 21% menos de lo esperado (425 mm), teniendo en cuenta los datos del período entre 1991 y 2020.

Compañías como Lyras ya se han puesto en marcha para paliar la sequía
Como recurso esencial en todos los sectores de la industria y, en particular, en el agroalimentario, el agua se utiliza a lo largo de todo el proceso de producción alimentaria y en otros procesos vinculados a ella como la limpieza, la desinfección, la cocción o el enfriamiento de los alimentos. También contribuye al transporte de los productos alimentarios y a la limpieza de las herramientas de producción.

En España, como en otros países europeos, las consecuencias de la escasez de agua están siendo importantes para la industria agroalimentaria y algunas ya están sufriendo las consecuencias, como la reducción de la calidad de los productos alimentarios o el aumento del coste de producción.

Esta situación obliga a las empresas a ir más allá de sus estrategias de ahorro de agua aplicadas desde hace décadas e implementar en su lugar medidas eficaces destinadas a promover el uso eficiente del agua en este sector, como la reutilización de las aguas residuales depuradas o la gestión de los recursos hídricos a escala de cuencas hidrográficas.

Un ejemplo de innovación en este ámbito es Lyras, la empresa danesa desarrolladora de la tecnología UV Raslysation, que acaba de aterrizar a España para implantar este sistema que ha reinventado la pasteurización y que ya es todo un éxito en el país nórdico. El proceso de Raslysation logra beneficios ambientales y económicos al reemplazar el sistema de pasteurización o de microfiltración, reduciendo los residuos y el consumo de energía, a la vez que simplifica y economiza la limpieza y funcionamiento.

De esta manera, Lyras garantiza una buena calidad de los alimentos, incluso tratándose de líquidos opacos, gracias a la luz ultravioleta, capaz de eliminar bacterias y esporas. Además del beneficio que aporta en el proceso del tratamiento de los alimentos, uno de los pilares centrales de esta tecnología UV es la sostenibilidad. En este sentido, es capaz de ahorrar entre el 60 y el 80% de agua en comparación con la pasteurización tradicional; y entre el 60% y el 90% de energía.

El objetivo del sector debe ser que este tipo de tecnologías sean aplicadas por toda la industria para que los resultados sean significativos y, para ello, los gobiernos, organizaciones internacionales, empresas y agricultores deben trabajar con una hoja de ruta común.

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