La Comunidad de Madrid, con Díaz Ayuso a la cabeza, está dando un ejemplo no sólo de incompetencia a la hora de gestionar la pandemia en general, sino de afrontarla desde una perspectiva clasista acusando a distintos barrios y pueblos por “su modo de vida” del aumento de contagios. Su acción selectiva, en cuanto a pruebas PCR sobre ellos, es la justificación que ha encontrado para acusar y segregar a la parte más vulnerable de la población. Por contra, ni se han reforzado los medios sanitarios, ni se han contratado a los rastreadores necesarios, ni han aumentado las ayudas sociales, ni se han contratado al profesorado necesario y no se ha reforzado el transporte público de su competencia (las imágenes del metro son suficientemente elocuentes) que usan los sectores afectados que no pueden dejar de trabajar puesto que sus vidas dependen de ello. Resulta ofensivo que se pida responsabilidad a las personas que más están sufriendo mientras se toman medidas contra la cohesión social con un fuerte componente clasista que producen decepción absoluta, rechazo e indignación. Díaz Ayuso prioriza la defensa del estatus económico por delante de la defensa de de la salud de la ciudadanía. Este enfoque ha estado presente desde