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Disfrutar del buen tiempo es el objetivo principal en todo verano y como cada año llega el momento de ir reservando espacio para las vacaciones. Son cada vez más los turistas que aprovechan su estancia en la playa para hacer enoturismo. Esta es la percepción de algunas de las bodegas más volcadas con el turismo enológico en zonas costeras consultadas por Turismodevino, el portal de referencia en España en este sector en nuestro país.

Si bien las cifras de visitas a bodegas son más altas en los meses de abril, mayo, septiembre y octubre, las bodegas consultadas en zonas costeras destacan el crecimiento en los meses de verano en los últimos años, así como el gran potencial de estos meses dada la gran afluencia de turistas nacionales e internacionales. Entre las razones por las que las bodegas se muestran optimistas con esta evolución se encuentra la tendencia a probar más productos locales durante las vacaciones, la búsqueda de actividades a cubierto los días en que amanece nublado, el ambiente fresco que ofrecen las propias bodegas para disfrutar de una visita, o la propia necesidad de abandonar por un día la rutina de ir a la playa.

Entre las zonas con más potencial para el enoturismo en verano  Turismo de Vino  destaca las zonas de Alicante, Rias Baixas, Cataluña con Penedés, Amporda o Priorat y las bodegas de la costa gaditana. Luis Lechuga, CEO de Turismodevino destaca la oportunidad de “escapar” de la playa que ofrece el enoturismo: “Muchas parejas se reúnen con padres y familia en zonas costeras en estos meses de verano. Una tendencia interesante consiste en dejar a los niños con los abuelos y pasar una noche en un hotel con encanto y disfrutar de gastronomía y vino en pareja, alejados de la propia rutina de las propias vacaciones”.

Entre las opciones más lógicas, tanto para realizar una excursión de día o una escapada con pernoctación se encuentran las siguientes zonas costeras:

  1. Elche, alternativa enológica en Alicante: los veraneantes en Benidorm, Denia, Altea o Calpe conocen las Mistelas y los vinos de calidad que se han desarrollado en los últimos años. Pocos son sin embargo los que vinculan a Elche con el vino. Elche cuenta con uno de los palmerales más importantes del mundo, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y lugar elegido por muchos para disfrutar de un día alejado de la playa. En la ciudad hay también bodegas familiares que nos ofrecen la oportunidad de aprender de vino de una forma diferente al de grandes bodegas más habituadas al enoturismo.
  2. La Costa Brava, el Priorato o el Penedés. Veranear en las playas catalanas es siempre una buena opción. Las opciones de enoturismo aquí se multiplican: el Amporda en el caso de la Costa Brava, el Penedés cerca de Sitges, o Priorat en Tarragona. Paisajes escarpados con viñedos que miran al mar y muy diferentes estilos de vino son las propuestas de estas zonas para quien busca un día de turismo más tranquilo en el interior.
  3. Las playas gaditanas y los vinos de Jerez, la combinación perfecta. Cádiz nos ofrece auténticas Catedrales del vino y rincones gastronómicos y enológicos de altura que lo convierten en un maridaje perfecto a las tardes en las playas de Chipiona, Sanlúcar de Barrameda o el Puerto de Santamaría. Jerez de la Frontera, capital de la DO Jerez y una de las ciudades más bonitas de Andalucía es además la cuna del Flamenco, y donde podremos encontrar los más auténticos tablaos flamencos y ferias llenas de colorido, música, baile y vino. 
  4. Galicia y sus Rías Baixas. Si eres de los que prefieren lugares frescos en verano, Galicia sin duda es una buena opción. Una ruta del vino por tierras gallegas no debería pasar por alto las Rías Baixas. Esta denominación de origen con 25 años cuenta con más de 50 bodegas que se pueden visitar y más de 100 propuestas relacionadas con el enoturismo. Entre pueblos marineros, pazos y monasterios el paisaje está salpicado de los viñedos que, entre otros, dan luz al exquisito vino Albariño.

Pero son más las zonas con mucho potencial en este sentido: Lanzarote, Mallorca o la región de Murcia ofrecen igualmente muchas bodegas a pocos kilómetros del mar.

Más allá de los ingresos de la visita y la posible compra para consumo durante el verano, las bodegas buscan en estos meses conectar con el consumidor. “Se trata de vincular los buenos recuerdos de las vacaciones con aquella visita a bodega y potenciar así las compras durante el resto del año”, comenta Luis Lechuga, que concluye: “Además, no es necesario ser un experto en vino para disfrutar de una buena experiencia en torno al enoturismo. Hay que desmitificar esa creencia popular que aparta a los turistas potenciales del turismo enológico”.

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