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Senegal renace con energía

Después de décadas de lucha contra un sistema de generación de energía deficiente, Senegal está ahora a las puertas de vivir un cambio de paradigma que podría acabar con muchos de sus problemas. Con la apuesta por nuevas instalaciones de generación de energía que el gobierno ha realizado en los últimos años, los cortes eléctricos se han reducido enormemente, ha mejorado la fiabilidad del sistema y, con ella, las oportunidades para el crecimiento económico. Es cierto que muchas personas siguen viviendo sin tener acceso a la electricidad. De media, 4 de cada 10 personas no están conectadas a la red nacional. La situación empeora fuera de los principales centros urbanos, donde el 60% de la población sigue sin conexión, pero la oportunidad de mejorar esta situación nunca ha estado tan cerca.

Con una capacidad de producción de poco menos de 1 gigavatio para una población en crecimiento de 15 millones de personas, es crucial que se realicen grandes inversiones para aumentar la capacidad de generación si Senegal desea desarrollar algún día su mercado interno y proporcionar a sus ciudadanos la oportunidad de tener un nivel de vida mejor. No obstante, la sostenibilidad debe servir de guía para la toma de decisiones tanto como la necesidad estratégica.

Los combustibles pesados y el carbón importados que se utilizan para generar la mayor parte de la energía del país tienen un alto coste para las arcas del Estado. En 2016, las importaciones de petróleo refinado y crudo costaron al Estado senegalés más de 1,5 mil millones de dólares estadounidenses.

Energía sostenible
Las alternativas resultan obvias. Senegal disfruta de muchas horas de alta exposición al sol y corrientes de viento. Por tanto, las oportunidades están ahí y hay que aprovecharlas. La empresa eléctrica francesa ENGIE y la sociedad de inversiones Meridiam ganaron en abril una licitación para construir un parque solar de 60 MW. Este se basará en los proyectos de generación de energía establecidos anteriormente en el país, que ascienden actualmente a 80 MW. Con la reducción del precio de las tecnologías solar y eólica, estas tecnologías se han vuelto cada vez más atractivas en los últimos años, lo que también influye positivamente en el coste por MW para el consumidor. El parque de Engie costará aproximadamente un 40% menos que los proyectos anteriores de energía solar en Senegal. Se están planeando otros 158 MW de energía eólica a desarrollar por la empresa Lekela Power en Taiba N’Diaye.

Estos avances se basan en una combinación de factores. La reputación de estabilidad y un entorno de negocios positivo de Senegal ha hecho que esta nación del África Occidental se haya vuelto particularmente atractiva para los inversores extranjeros en los últimos años. Han llegado inversiones no solo de los colaboradores occidentales habituales del país, en especial Francia, sino también de Oriente, al haber realizado inversiones considerables Turquía, China, los EAU, Corea del Sur y la India. Al creciente interés de los inversores privados se suma el apoyo de instituciones internacionales como el programa Power Africa, dirigido por los EE. UU., la Corporación para Inversiones Privadas en el Extranjero (OPIC, por sus siglas en inglés) o la Corporación Financiera Internacional (CFI), que forma parte del Grupo del Banco Mundial. Estas organizaciones han ayudado a financiar muchos proyectos relacionados con la generación de energía en todo el continente. En una colaboración con el gobierno senegalés, en particular a través del plan Scaling Solar, apoyado por la CFI, estos proyectos, incluyendo el nuevo parque solar de 60 MW adjudicado a ENGIE y Meridiam, están viendo paulatinamente la luz y mitigando los problemas a los que se enfrenta la red de suministro del país.

Desde 2016, cuando se lanzó el primer proyecto de energía solar en Senegal, el país ha observado un rapidísimo desarrollo de los proyectos relacionados con la energía renovable. Si todo sigue conforme al plan, en 2020 habrá disponible casi medio gigavatio de capacidad instalada. Esto supondría uno de los aumentos más rápidos en la proporción de generación de energías renovables con respecto a combustibles fósiles del mundo.

Asimismo, estos proyectos no solo generan estabilidad energética, sino que también responden a los esfuerzos por mitigar el cambio climático. En conformidad con el Acuerdo de París, Senegal se comprometió a reducir sus emisiones de CO2 en un 21% antes de 2020, un objetivo que solo puede lograrse a través de una política energética sostenible.

Esta combinación de variables proporciona a Senegal la mejor oportunidad de su historia para impulsar la modernización de su industria de generación de energía, que, a su vez, debería potenciar el desarrollo de industrias y la creación de riqueza, empleos y crecimiento económico.

Al mismo tiempo, debe ser una prioridad apartarse de la costosa generación de energía basada en petróleo pesado.

La bendición del gas
Los descubrimientos de grandes cantidades de reservas de gas natural en las regiones costeras de Senegal por parte de Kosmos Energy han cambiado las reglas del juego para el país. En el último par de años, los descubrimientos sucesivos han elevado las reservas estimadas in situ del país a hasta 50 billones de pies cúbicos de gas natural, haciendo así que esté entre las cinco mayores reservas de gas natural de África.

Los titulares de las licencias de exploración Kosmos y BP ya han propuesto un desarrollo rápido con una instalación de GNL flotante que podría suponer la comercialización del primer gas de los campos de Gran Tortuga/Ahmeyim ya en 2021. Otros descubrimientos en 2017 han hecho que las empresas consideren poner dos trenes de capacidad de procesamiento de GNL en lugar de uno. Esto significa que, muy pronto, Senegal podrá tener acceso a una fuente de energía económica que podrá utilizar para dar suministro a sus hogares e industrias, por no mencionar que será una nueva y potente fuente de ingresos.

También la clase política parece estar presente para que esto se cumpla. El anuncio que se realizó en febrero sobre el acuerdo alcanzado entre Senegal y Mauritania para la explotación de sus reservas de gas natural compartidas en el Complejo Gran Tortuga, que asciende a 25TCF de gas natural, es un símbolo de estos tiempos. Las decisiones rápidas entre los líderes políticos se centraron en el desarrollo económico.

Si se juegan bien las cartas, podríamos estar presenciando un momento de cambio de la estructura económica del país. El presidente Macky Sall, él mismo un hombre instruido en el petróleo, sabe bien qué esperar una vez que el gas natural empiece a fluir. Ya se están realizando planes para la conversión de turbinas de combustibles pesados con el fin de que funcionen con gas natural. Sin ir más lejos, en abril, el grupo tecnológico Wärtsilä ganó una licitación para el desarrollo de una planta Flexicycle de 130 MW que podrá funcionar con una combinación de combustibles diferentes, por lo que podrá cambiar de inmediato al gas natural una vez que esté disponible el recurso. Seguirán muy pronto las plantas de energía más antiguas del país.

Mediante el uso de gas natural como fuente de energía, la red nacional será capaz de superar las intermitencias del suministro de energía renovable al mismo tiempo que ahorra millones en costes de combustibles y reduce las emisiones de CO2.

Lecciones aprendidas
Esto no quiere decir que Senegal no corra el riesgo de cometer los mismos errores que muchos de sus vecinos. Cuando Cairn Energy descubrió por primera vez petróleo en Senegal en 2015, fueron bastantes las voces que expresaron su preocupación por lo que pudiera suponer un boom del petróleo en la frágil economía senegalesa. La batalla de Nigeria y de otros países con la maldición del petróleo no es nada envidiable. Muchas de estas preocupaciones están fundadas. Una gran fuente de ingresos que se concentra de repente en un sector concreto de la economía puede reducir la competitividad en otros sectores y generar presiones inflacionistas.

Asimismo, se debe tener cuidado al gestionar las expectativas. El sector del petróleo y del gas no es un gran empleador. La mayoría de las personas no encontrará trabajo en él. En particular con las soluciones de GNL flotantes, habrá poco espacio para integrar a los trabajadores locales, especialmente con unas habilidades técnicas relativamente bajas.

No obstante, si Senegal puede aprender de los errores de los demás, verdaderamente sus recursos naturales pueden ayudar al desarrollo económico del país.

Hay varios ejemplos en los que fijarse. Ghana ha establecido rápidamente uno de los más amplios marcos legales para la gestión de los ingresos derivados del petróleo y del gas jamás vistos en el continente o incluso en el mundo. Guinea Ecuatorial ha conseguido utilizar sus recursos para invertir en el desarrollo de las infraestructuras e impulsar las industrias asociadas con el fin de crear un floreciente centro de logística en el Golfo de Guinea. Los colaboradores europeos también pueden proporcionar ayuda para desarrollar las instituciones necesarias para la gestión de estos ingresos. Los legisladores senegaleses ya han establecido cooperaciones con los Países Bajos y han visitado las sedes de operaciones del país en el Mar del Norte para aprender de su experiencia.

Es cierto que habrá retos para el gobierno y que habrá que afrontar determinados asuntos teniendo en cuenta hechos concretos de la realidad de Senegal. No obstante, si el gobierno logra ceñirse a su plan de cooperar con aliados internacionales para invertir en un sector de la generación de energía, puede crear los cimientos para el crecimiento de una economía potente.

El equilibrio del gas natural y las energías renovables para la generación de energía, el mantenimiento de una estricta supervisión de la gestión de los ingresos derivados del petróleo y del gas, el establecimiento de entes reguladores independientes y fondos patrimoniales para administrar las ganancias pueden suponer los cimientos de una nueva era del crecimiento económico en Senegal.

 

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