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IMEnergy analiza la disyuntiva climática entre la crisis y la transición energética

La nueva realidad geopolítica provocada por el conflicto de Ucrania ha adelantado aún más los propósitos europeos por reducir al máximo la dependencia energética. Las implicaciones sociales, políticas y económicas del conflicto son más que evidentes, pero algo que preocupa enormemente a los países miembros de la UE es la necesidad de remodelar la política energética para poder diversificar y asegurar el suministro, ya que Rusia es el principal proveedor energético de Europa, que recibe un 45,3% de gas, un 10% en el caso de España, según datos de la Comisión Europea. De hecho, según la AIE, Europa importó una media de más de 380 millones de metros cúbicos (mcm) por día de gas desde Rusia.

Europa necesita desvincularse de Rusia en materia energética, pero también se enfrenta a una disyuntiva climática de la crisis y la transición energética. Para ello, ha propuesto la creación del plan REPowerEU, cuyo objetivo es mejorar la competitividad del sistema energético europeo y conseguir la independencia de las importaciones de gas ruso antes de 2030 haciendo que las reservas de gas estén al 90% en octubre de cada año, lo que supone un incremento del 30% del nivel actual.

“El conflicto de Ucrania debería convertirse en el impulso de la transición hacia un sistema energético más seguro y sostenible” afirma José Manuel Suárez, CEO de IMEnergy, la empresa líder en el diseño, ingeniería, suministro y construcción de plantas energéticas. “Para nosotros, la apuesta por aumentar el peso de la energía solar y el almacenamiento es una solución infalible para terminar con la dependencia energética, aumentar nuestra competitividad, generar riqueza y mirar hacia la sostenibilidad”

En el futuro más próximo parece insoslayable que el gas y el carbón vayan a convertirse en la opción elegida para paliar los problemas inmediatos de la crisis energética, algo que choca enormemente con las metas marcadas en las diferentes agendas medioambientales puestas en marcha, pero la hoja de ruta parece indicar un impulso hacia las energías renovables.

A principios del mes de marzo, la Agencia Internacional de Energía (AIE) presentó un plan para destinar alrededor de 20.000 millones de euros a proyectos renovables para intensificar los esfuerzos en el almacenamiento energético y mejorar la eficiencia, agilizar la recuperación económica y hacer frente a los problemas derivados de la guerra. Por su parte, se espera que en los próximos meses la Comisión Europea presente una nueva estrategia que ayude a cumplir los objetivos del Pacto Verde Europeo para lograr cero emisiones netas en 2050.

Las previsiones son positivas, sobre todo para la energía solar, ya que se espera que se aceleren las instalaciones de producción fotovoltaica en Europa y se construyan un total de 20 GW en un periodo de 3 años, alcanzando los 100 GW de fabricación de cadena de valor solar completa para 2030.

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