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Política alimentaria en Europa

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Política alimentaria en Europa

Alimentación Made In Europa

Europa ha pasado en 30 años de luchar contra el hambre en algunos de sus territorios, a luchar contra el sobrepeso en la gran mayoría de su territorio. Una política educativa alimentaria ineficiente a nivel europeo y la falta de concienciación en la sociedad acerca de los riesgos de una mala alimentación, son el caldo de cultivo de un futuro “con michelines”.

Europa ha cambiado mucho en muy poco tiempo. Muchos países, en especial lo de la zona sur, hemos pasado del racionamiento a la opulencia alimentaria en pocos años. La globalización ha hecho que en todos los países de Europa hayan crecido considerablemente el número de productos que se pueden consumir. Sin embargo, en ese mismo proceso se ha perdido demasiado la perspectiva del consumo saludable en favor del consumo industrial.

Los resultados de la política alimentaria globalizada son más que evidentes. Europa tiene sobrepeso y  caminamos hacia la americanización del continente. Esto supone que los fast food cada día tengan mayores ingresos y más clientes jóvenes atraídos por saborizantes. También  por una publicidad masiva que no cuenta toda la verdad sobre los riesgos del consumo de éste tipo de alimentos.

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Política alimentaria ineficaz

No solo supone un problema por la exacerbación del American LifeStyle: “be fat, be health”. Que parece haber resucitado.  Supone un problema a futuro para una sociedad cada vez más sedentaria. Y que además, encuentra que su industria más novedosa y puntera está encabezada por start ups de venta y envío a domicilio de comida rápida, barata y de mala calidad.

En Europa es ya sabido que las palabras se las lleva el viento. En 20 años no hemos visto una sola política alimentaria realmente útil.

Un problema que muy posiblemente encuentre su solución en el momento en que las habitaciones de hospitales, públicos y privados, se encuentren abarrotadas por personas con problemas coronarios. En consecuencia de sus malos hábitos alimentarios.

Solo entonces, cuando se ponga en riesgo la viabilidad económica de partes definidas y clave dentro del sistema político de un país (como es la sanidad) puede ser que empecemos a ver respuestas firmes y no simples alteraciones de etiquetas.

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